Los crepúsculos
se ahorcan
en los puertos
Y las mujeres
de nuestros adioses
se deshilan
en todas las sirenas
Germán List Arzubide
I
Cae el mar de oro
sobre el lomo
del malecón
La gaviotas
telegrafían
los aires
adormecidos
de los cielos
vespertinos
II
Los peces de hierro
se encadenan
al oleaje de la tarde
que clama su rumor
arcaico
abandonado
a las anclas
retrógradas
del viaje.
III
El faro abraza
al horizonte
con sus alas
Cuchillos metálicos
desangran la mirada
de presencias náufragas
lejanas
IV
La callada tribulación
refleja el ocaso
tembloroso
sobre las nubes
de sirenas calladas
V
El cañón del adiós
me despide
del Puerto
El reloj inmemorial
establece su dominio
en la seducción
atrapada
del CREPÚSCULO
Millones de luciérnagas
iluminan
el techo yerto
del OLVIDO