Lo digo por tus ojos,
libélula de misterio,
Lo digo por tu mirada
mar infinito de policromáticas inquietudes.
Lo digo por tus brazos,
extensión de mi cuerpo
y por aquella tarde
en que la vida nos recorrió juntos.
Lo digo por proponerme
tocar tu pelo enredado en mis dedos
bajo el brillo de estelares constelaciones
entrelazados de sonidos silentes
y llovizna vespertina
Lo digo por aquella tarde de invierno
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