Dentro de estas investigaciones, entendemos por abiogénesis al estudio del origen de la vida a partir de materia inorgánica. Y para conocer cómo fue, se han desarrollado diversos experimentos, bien en el laboratorio a partir de reacciones químicas, bien a través de la observación de procesos geológicos que pudieran darnos pistas sobre el origen de la vida. Pero a día de hoy, ¿qué sabemos y qué nos queda por conocer sobre cómo surgió la vida en la Tierra?
La cuestión no es sencilla; como posibles respuestas, debemos tener en cuenta cómo surgieron las primeras moléculas biológicas (desde las más simples, conocidas como monómeros, hasta más complejas, los polímeros). Pero veamos qué experimentos y teorías han surgido alrededor de nuestro entendimiento del origen de la vida:
En 1924, el bioquímico Alexander Oparin formuló su hipótesis según la cual, a partir de diversas moléculas inorgánicas que estaban en la atmósfera (caracterizada por ser gaseosa, carecer de oxígeno libre y capa de ozono que pudiera filtrar los rayos ultravioleta), y gracias a la sucesión de descargas eléctricas, se produjeron las primeras uniones de moléculas inorgánicas.
Así podríamos entender la generación de moléculas inorgánicas como el dióxido de carbono, el metano o el vapor de agua, o incluso de las moléculas orgánicas más simples. A partir de estas últimas, podrían ir sintetizándose posteriormente algunos de los “ladrillos” más importantes para la construcción de los “edificios” que forman los organismos vivos, como los aminoácidos, azúcares, ácidos grasos y nucleótidos, y posteriormente, las proteínas y los ácidos nucleicos. Estos compuestos serían arrastrados por las lluvias hacia el mar, donde se concentraron para formar la conocida como sopa primitiva, punto inicial, según Oparin, desde donde habría sido el origen de la vida.
En los años cincuenta, dos científicos de la Universidad de Chicago, Stanley Miller y Harold Urey, llevaron a cabo un experimento para demostrar cuáles podrían haber sido las condiciones sobre las cuales se habría originado la vida. Para ello incluyeron en un recipiente cerrado vapor de agua, metano, hidrógeno y amoniaco, simulando las descargas eléctricas de las que hablaba Oparin mediante un sistema de corriente continua.
De ahí dedujeron que una parte del carbono de las moléculas inorgánicas era parte, tras realizar el experimento, de moléculas orgánicas, y que se habían formado aminoácidos, un tipo de compuestos que forman las proteínas. En otras palabras, bajo determinadas condiciones experimentales, se podría emular cuál podría haber sido el origen de la vida, o al menos, de las moléculas que forman parte de los organismos vivos.
Cuando estudiamos a los seres vivos, sabemos que hay tres biomoléculas fundamentales: el ADN, que porta nuestra información genética; el ARN, que sirve de “puente” entre nuestros genes y las proteínas, que cumplen diversas funciones importantísimas en los organismos.
Existen sólidas pruebas de que el “polímero primordial”, es decir, el pilar fundamental sobre la que se asentó el origen de la vida, fue el ARN. Esta teoría es debida a que el ADN no pudo ser el polímero inicial, al necesitar de proteínas para autorreplicarse. Sin embargo, el descubrimiento de las ribozimas, como cadenas de ARN con capacidad de autorreplicación, por parte de Thomas Cech y Sidney Altman, apoyó la teoría del “mundo primitivo del ARN”.
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QMX/arm