Cómo así
que el amor se desgasta
como la mezclilla
o esa banqueta donde el transeúnte
pasa todos los días a comprar la tortilla.
Habrá un horizonte
donde lo eterno permanezca
en las esporas del tiempo
y un alma que se cure con la sonrisa
furtiva de una Monalisa.
Qué muro tan atroz
aquel que nos divide,
cuánta indecisión venda la mirada
y este corazón incomprensible
que galopa sobre el filo de un cuchillo
y no quiere sangrar con las espinas.