CIUDAD DE MÉXICO, 28 de abril (Al Momento Noticias).- El lugar común dice que los escritores se pueden ir físicamente, pero siempre queda su obra, aun cuando no siempre sucede así por el desdén u olvido que se genera alrededor de ella en cuanto se les despide: con Gabriel García Márquez se confirma la idea, si bien al mismo tiempo permanece la sensación de que se le tiene muy cerca, no sólo por sus historias, sino por todo lo que se puede crear para generar un ambiente próximo a su vida.
Parte de ello se vivió en el Museo de la Ciudad de México, en una atmósfera ambientada por alumnos del Faro de Milpa Alta: entre papalotes amarillos con la figura de una mariposa que revoloteaban sobre nuestras cabezas, en especial cuando el viento alcanzaba a ingresar al recinto, o en la enorme figura de mariposa que estaba sobre el escenario, y en especial con la fotografía del escritor colombiano pareciendo decir gracias a los alumnos del Programa Prepa Sí, a los funcionarios del Gobierno del Distrito Federal y a los escritores que se dieron cita en el maratón de lectura Viaje a Macondo.
Una lectura continua que comenzó pasadas las 11 de la mañana y terminó alrededor de las seis de la tarde, que se inició con la presencia de Gonzalo García Barcha, hijo del premio Nobel de Literatura, quien leyó los primeros párrafos de Cien años de soledad: “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo…”
En el lugar, jóvenes del programa Prepa Sí estuvieron todo el tiempo atentos a la lectura, esperando su turno, los que intercalaban con el de algunos funcionarios del Gobierno del Distrito Federal, quienes acudieron al Museo de la Ciudad a rendirle homenaje al premio Nobel de Literatura: desde el secretario de Cultura, Eduardo Vázquez Martín (impulsor de la evocación) o el de Desarrollo Económico, Salomón Chertorivski, hasta el coordinador de Asuntos Internacionales, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas y el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera.
El mandatario capitalino leyó el fragmento del capítulo tercero de Cien Años de Soledad: “Meses después volvió Francisco el Hombre, un anciano trotamundos de casi doscientos años que pasaba con frecuencia por Macondo divulgando las canciones compuestas por él mismo”.
Pero más allá de la presencia de los funcionarios públicos, la sesión de lecturas estuvo dirigida a los ciudadanos de a pie: niños que apenas alcanzaban el micrófono o adultos en plenitud que al leer los pasajes, evocaban su propia manera de acercarse a García Márquez.
Al final, las lecturas siempre son colectivas”, a decir de Eduardo Vázquez, secretario de Cultura de la Ciudad de México, un convencido de que al compartir un libro, “al compartir una lectura entre amigos, familiares, compañeros, se crea una complicidad: una forma del diálogo que nos convoca a estar juntos y, más allá del lugar común, el mejor homenaje a un escritor es reunirse en torno a su obra”.
“García Márquez nos ha legado una manera de entendernos, de entender a Latinoamérica, de entender al ser humano, de aproximarse a una realidad desde la imaginación.”
Una forma de recordarlo a través de sus propias palabras, una manera de honrarlo desde la ciudad a la que tanto apreció, “más que los países, a mi padre y a mí nos gustaban más las ciudades, y la Ciudad de México era la ciudad de mi padre”, a decir de Gonzalo García Barcha, quien, por cierto, mantuvo la incógnita sobre dónde reposarán los restos del escritor colombiano.
AMN.MX/anp