Ellos creen que roban y nada pasa, el dinero sigue fluyendo y aunque sabían que llegaría el momento que el dinero dejaría de fluir, mientras fluyera seguirían robando. Ellos creen que nada pasa; pero por supuesto que pasa.
El desastre financiero que se quiere ocultar ha puesto a Veracruz en estado de emergencia. El dinero que se han robado era no sólo para detonar el progreso en cuanto a infraestructura carretera, construcción de escuelas, hospitales, clínicas; incluyendo el abastecimiento de estos centros de salud. Ese dinero que se han robado también es de los pensionados, dinero de los adultos mayores que por ley les corresponde y que no es ningún sueldo, como alguna vez dijera Salvador Manzur.
Ese dinero habría de atraer muchos empleos para los veracruzanos. Con ese empleo el padre, o la madre, podrían pagar los alimentos, la ropa, la escuela y la diversión de cada miembro de la familia. Ese dinero significaba bienestar para esa familia.
Con ese dinero que se robaron se pudo haber mitigado el dolor de muchos niños con cáncer. Dado que tenían pensado robar ese dinero, algunos empresarios buscaron la manera de corromper a la autoridad que los dejó distribuir simples placebos a los enfermos con cáncer para después cobrarlos como si de medicinas especializadas se tratara. Por causa de ese dinero, esas personas que se hacen pasar por honradas se volvieron viles delincuentes. Hasta abrieron sus propios restaurantes y después de llenar su vientre duermen como si no tuvieran ninguna culpa que pagar. El dolor y el sufrimiento de esos niños siempre estará sobre su consciencia.
Ese dinero que se robaron era para mejorar los servicios de salud. Hoy día muchas personas esperan en los centros de salud que se les alivie su enfermedad. Pero no hay ni agua destilada para aplicar una inyección. No hay medicinas y las personas que tienen Seguro Popular y que creen que el seguro les da derecho a medicinas, tienen que hacer un gasto considerable para que su enfermo se cure.
Ese dinero que se robaron era para escuelas, para que los alumnos, en épocas de lluvia, en épocas de frío o en épocas de calor no estuvieran a la intemperie. Ese dinero que se robaron era para que los alumnos dejaran de tomar clases debajo de un árbol, sentados en una piedra. Ese dinero era para poner piso de cemento a las aulas y así evitar que la humedad del lodo se les suba a los huesos a los niños que al final terminan enfermos de gripa. Ese dinero era también para los maestros que realizan día con día su trabajo, para que su esfuerzo fuese recompensado, para que se sintieran más orgullosos por el trabajo que realizan.
Ese dinero que se robaron era para la seguridad en el estado de Veracruz. Era para llevar a cabo verdaderos programas de prevención al delito. Para que se crearan programas de trabajo temporal y se pudiera sacar a los jóvenes de los vicios. Ese dinero era para programas deportivos, para incentivar a los jóvenes a que desarrollen su cuerpo y su mente; para que se ocupen en algo y se dejen de estar ociosos. Ese dinero que se robaron los cómplices del gobernador era para formar una barrera de esperanza frente a la delincuencia organizada que recluta a los más jóvenes, a los más inexpertos, a los más desocupados.
Ese dinero que se robaron era para realizar verdaderos programas culturales, para que la gente se acercara más a la lectura, a la danza, a las artes plásticas, al teatro a todas las expresiones culturales que son las que forjan el alma y el espíritu de un pueblo.
Pero ese dinero se lo robaron. Se lo robaron unos cuantos para mantener un estilo de vida desenfrenado. Para comprarse grandes propiedades y competir entre ellos. Se lo robaron para hacer sus fiestas de cumpleaños, como la que hizo Vicente Benítez, donde dio de comer a más de mil personas. Por cierto, este funcionario es el mismo que fue detenido con las maletas llenas de 25 millones de pesos.
El dinero que se robaron en Veracruz fue para comprar votos y hacerse diputados, se utilizó para comprar consciencias, pero también para pagarse sus caprichos. Ese dinero fue para sus amantes y sus chichifos, para sus sicarios de la pluma, perros sucios a los que les dan un simple hueso y una patada por el culo y de todos modos siguen moviendo la cola.
Y ahora el gobernador dice que no se robaron nada, que todo fue un asunto de trámites. Con ese dicho piensa exonerar a sus cómplices y el sufrimiento de los veracruzanos lo hace a un lado como si no importara.
¡Pero importa!
Armando Ortiz Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.