Historias inconfesables: padre, confieso que he votado…hijo ¿trajiste la foto de la boleta como te indiqué?
México es un país con alrededor de 112 millones de habitantes, de los cuales 83.9 % son católicos, lo cual nos da un aproximado de 93 millones de fieles (10 años antes, el porcentaje era del 88%). Los números son del Censo de Población y Vivienda 2010 realizado por el INEGI. Lógico, los datos han variado, pero no cambian el estimado global.
A simple vista, parece un dato estadístico más, pero en términos de estrategia electoral es una chulada, porque independientemente de que en el conjunto de esos millones de católicos hay niños, mujeres, pobres, ricos, clase-medieros, universitarios, indígenas e incluso criminales, hay un elemento común que permite vertebrar un discurso de campaña.
En el extremo opuesto, en los Estados Unidos existe una gran heterogeneidad: hay una minoría católica, una latina, otra afroamericana, trabajadores migratorios, etc. Tan solo dentro de los hispanos no se puede hacer la misma propuesta a los mexicanos de California, que a los cubanos de la Florida.
En este sentido, sabedores de la importancia de los simbolismos, los políticos mexicanos han buscado siempre contar con el visto bueno de la Iglesia Católica, que si bien no se da en una alianza formal a nivel de cúpulas (no de cópulas, esos acuerdos también se dan pero aparte), si es a través de liderazgos religiosos focalizados. Para nadie es un secreto que el púlpito, en muchas ocasiones, acaba convertido en un mecanismo de influencia, desde dónde se hacen “sutiles recomendaciones” de cara a la jornada electoral.
Para el caso que nos ocupa, que es la visita a México del Papa Francisco en febrero de 2016, hay una clara disputa que se desarrolla por medio de cabildeos. Primero, por ser una de las entidades y/o ciudades que el prelado visite, en segundo término, por sostener una audiencia privada con Bergoglio, con su respectiva foto, desde luego.
Queda claro que el presidente Peña lleva mano, al igual que el Santuario de la Virgen de Guadalupe, pero fuera de estas opciones definidas a priori por razones obvias, el nuncio apostólico en México, Christophe Pierre, deberá tejer fino para lograr un equilibrio que deje satisfechos a los distintos grupos de poder.
Por lo pronto, Andrés Manuel López Obrador dio el albazo (a pesar de sus críticas a la “caja china”) y se sacó la foto con Francisco en el Vaticano…¿Tendrán esa posibilidad en México, el citado tabasqueño, Margarita Zavala, “El Bronco”, Manlio Fabio, Videgaray, Moreno Valle, Mancera, Madero o chiqui Aurelio?
Ya lo veremos, puede ser que el Sumo Pontífice elija la táctica que usó en Cuba y les aplique la “francisquinha” a los presidenciables, como lo hizo con la disidencia en la isla.
Lo único cierto es que Peña Nieto buscará “montarse” en el “efecto Francisco” para mejorar su imagen. Para lo anterior tenía dos métodos a seguir: el científico y el milagroso, el primero consiste en ponerse a rezar y el segundo en trabajar…a su juicio ¿por cuál optó?
¡Hágase tu voluntad tanto en las urnas…como en el cielo!
Javier Roldán Dávila Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
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